lunes, 1 de junio de 2009

CUANDO DESPERTARSE NO ES BUENA DECISIÓN


...de las historias pasadas, ya no me aturde saber...

Soda


...como huir cuando no quedan islas para naufragar....

Sabina, J.


Porque quizá uno no elige cometer los errores que posiblemente vienen determinados por una fuerza superior; esa fuerza superior llamada irracionalidad, llamada corazón, llamada sentimiento.

Era una puerta oscura y metálica, pero parecía de madera vieja. Cuando fue abierta, no hubo luz ni camino; simplemente, la nebulosidad. Quiso adentrarse, pero no pudo. Quiso alejarse, pero fue imposible. Se encontraba atado como un trozo de metal, rodeado por imanes en sus diversos sentidos positivos y negativos. Estaba atrapado por el tormento de su propia presencia, y de aquella ignorada pestilencia que emanaba desde el interior de sus desgarradas costuras; las costuras de su alma destrozada, de su corazón servido en un plato de caníbales para ser devorado por la reina de la orgía de melancolía y cielos rojos. Una lágrima cayó desde su mejilla hacia un piso resquebrajado y lleno de arenas de relojes que, tortuosamente, esperaron impacientemente el paso de toda su materia para decretar el final anticipado de aquel sujeto insospechado. No soportó la visión de aquella podredumbre reflejada en el espejo que tenía frente a sí. Tomó su alforja, su botella de vino vacía de ilusiones, contempló a lo lejos ese camino insondable, y sin entonar melodías, se fue caminando. No hubo despedida. No hubo salida. No hubo despedida.




Un mundo pintado de rojo, gira aún alrededor de las paredes destrozadas de aquel castillo de naipes. Aun se construye un castillo de arena sobre la ensenada del mar de sangre. Aun hay un corazón velado a las orillas de un arroyo escondido entre las malezas. Todavía.

Algún día… “yo estaré a un millón de años luz”