jueves, 24 de diciembre de 2009

ME PIENSES


“Lo más terrible se aprende enseguida, y lo hermoso nos cuesta la vida”.
S. Rodríguez.



Un cometa atravesaba el firmamento, mientras la luna aguardaba sigilosa detrás de un par de nubes. Una estrella que viajaba por entre constelaciones, fraguadas por el mágico encanto de una secreta diva. Giraba mi cabeza ante la lluvia de pirotecnia, que adornaba un cielo oscuro al contraste de sus estrellas. Me adentré hacia los suaves pastos de aquella alameda, que me conducía por entre árboles altivos y adormecidos. Seguía con fijeza el rumbo de mis pasos, con la intención de evitar cruzar por entre una línea, para así avanzar de manera precisa sobre cada uno de los bloques de esa avenida colorida, pero por la insolente oscuridad toda invadida. Sentí el goteo de un rocío, proveniente de algún árbol parapetado entre los dientes de la hierba en su bravura. Allí decidí sentarme a descansar mis manos aturdidas, mis ojos humedecidos por el llanto melancólico de una noche solitaria. Con mi mente anduve observando los paisajes de mis sueños, aquellos recónditos lugares donde una pintura surrealista se dibuja entre los astros de mi locura. Y cuando abrí los ojos, desconcertado ante la niebla de mis quimeras maltratadas, sublime encuentro mi mirada presenció ante la belleza de tus ojos, si supieras que te quise desde siempre, aunque nunca esperaste tú mi encuentro, yo en cambio si aguardé eternamente la llegada de la brisa, que los dedos de tus manos provocaron en mis días. Tomé tu mano como quien acepta su destino, y me levanté contemplando aquellos ojos; los tuyos solamente, en el momento en que a mi vida llegue, ese instante en que la muerte ya se olvide. Y caminamos los dos eternamente, de las manos sin temor íbamos tomados.


Aun seguiré esperando, porque he descubierto, nuevamente, la paciencia.
Te esperaré sin que lo pienses, aunque quizá a mi vida nunca llegues.