sábado, 3 de mayo de 2008

VISITA MOMENTÁNEA AL LAGO DE LOS SUEÑOS

No es que caí dormido y empecé a soñar con cualquier historia medio creíble sobre la muerte de la existencia humana mientras el patíbulo de la enseñorada majestad ambulante del sortilegio incontenible de aquel brujo maestro y pensador occidental descubría en su barco al navegante oculto tras la bruma del incipiente mar gris de la perturbadora presencia siempre ambigüamente concebida del maléfico señor de las pestes.

En realidad, desperté medio entre soñando y casi entre durmiendo. Me imaginé flotando sobre el agua transparente de una enorme laguna; simplemente estaba sobre el agua, como si yo fuera más liviano que ella, aunque al mismo tiempo caminaba en la profundidad de un océano pesado. Abría los ojos pero no podía ver; aguzaba el oído, pero apenas podía escuchar el incesante ruido de mi mente cuestionadora, a la que solo quería silenciar. Cavé un pozo de tres metros con mis manos y aunque al acabar, sin saber la razón de mi actuación, pensé encontrarme sin uñas en mis dedos, descubrí todo intacto; como es mi corazón luego de tanto abatimiento, que tras haber sido desgarrado como una cortina por las filudas garras de una felina, continúa latiendo y exigiéndome que respire el smog de esta ciudad.
Ciao.

TENEBROSA FRUSTRACIÓN DE MAÑANA

Tenebrosa frustración de mañana,
siento hoy en mi infinita soledad,
y aunque en el fondo de mi alma nada queda,
sigo esperanzado en encontrar la verdad.
Pero, ¿por qué o para qué encontrar la verdad?
Hoy quisiera sentir mi corazón latir,
para engañar a mi mente y persuadir a mi cuerpo,
de que aún tengo ganas de vivir,
o que todavía no estoy completamente muerto.
Pero, ¿para qué o por qué seguir aquí?
No pretendo averiguar las razones de este mundo,
porque quizá viaje hasta el infierno de lo oculto,
aunque no negaré mi atracción hacia lo oscuro,
pero la paradoja de mi existencia me conduce hacia lo claro.
Pero, ¿qué esperarán los fantasmas de la hoguera?
Simplemente nada de lo dicho encontrará destino,
solo llego a los oídos sordos de la triste suerte,
pensaría que en mi camino todavía no está la muerte,
solo diré que aún sueño contigo.
Acabaré con la falsedad de este mundo...
Un niño llora en el interior de este triste corazón.

viernes, 2 de mayo de 2008

NOCHARIO SEMINCRÉDULO Y CUASIMETAFÍSICO


Si muriese al despertar, no podría meditar si la luz del sol en mi cara, se debe a un conjunto de luminosos pensamientos acumulados en mi mente durante el transcurso de la madrugada, y que se manifiestan irracionalmente en el momento preciso de abrir los ojos; o a la indeleble e ilusamente perpetua voluntad de la manipuladora e incorregible energía de la gran lámpara invasora que, por arte de unos cuantos señores de la verdad, pasó a iluminar tan solo siete inéditos mundos y una indescifrable esfera azul. Pero llegué al inadecuado acuerdo, con la apacible e implacable soledad, de que permitiría que sus enormes elefantes negros, continuaran transitando alegremente por las agrestes rutas de mi infinita tristeza, hacia la laguna roja de los manantiales de mi abatido corazón; y por eso fue que, sin al menos una amarga pizca de prejuiciada coherencia, decidí permanecer inmutable ante la oscura transformación de la noche en tiniebla y soportar, sobre mis espaldas, una jornada más de absurda y fingida fortaleza. Cuando al concluir mi tránsito por aquella tormenta de vívida perfidia, de astuto y falso color verde pastel, que tuve que soportar durante un día más de incomprensible y desmedido dolor; sentí que las leonas rojas de la insondable perpetuidad del infinito palacio de la febril guerra del infortunio, por fin se decidían a alimentarse de aquellos inamovibles paquidermos negros. Pero los enormes animales de la paradójicamente desarraigada y a la vez indestructible soledad, transformaban sus permeables vísceras, en sólidas estructuras de blanco marfil, que frente a las crueles y decididas embestidas de las temibles felinas, permanecían completamente intactas, mientras aquellas perecían penosamente en su inútil intento por sembrar la esperanza y devorar la fatiga. Así que al final de cuentas, en el libro mayor de la ignominiosa realidad, la verdad de la melancolía triunfó sobre la ficción de la entronizada algarabía. Fuimos y no somos, porque somos lo que fuimos, para no ser lo que ya somos y añorar a quien amamos.
Imagen tomada de: http://www.herreros.com.ar/melanco/munch.htm. Acceso: 21 de junio de 2008.