domingo, 1 de junio de 2008

Trayecto Inconcluso


Quizá siento mi inspiración irse. He navegado últimamente por las entrañas de mi corazón. Quizá uno siempre se pregunta, ¿por qué le dicen “corazón”? No me refiero a esa masa orgánica entre los pulmones que bombea líquido rojo a nuestros ojos cuando queremos llorar. Sino a eso que decimos corazón y que solo sirve para hacernos “fregarla” en los momentos menos oportunos. Los sentimientos sublimes, los escalofríos o acaloramientos sin razón justificante. Los temblores impertinentes. Las lágrimas infames. Eso, ese corazón. Francamente, no encontré el camino o, mejor dicho, no encontré respuesta. Pero quizá lo he pensado mucho y quiero creer que no encontré respuesta, para no descubrir lo que realmente encontré.



Al llegar a un lago rojo, repleto de pequeñas islas desiertas, lúgubres y sin vegetación, sentí un tremendo escalofrío (“… no quedaban islas para naufragar …”). Pensé encontrarme en un mar de sangre, pero eso inmediatamente me llevaba a la imaginativa idea de que lo que buscaba estaba precisamente donde menos quisiera que estuviera. Abandoné inmediatamente la idea. Sentí que arriba se escuchaba alguna canción de Sabina, muy adecuada para el momento: “Tanto la quería, que tardé en aprender a olvidarla 19 días y 500 noches” Esas solitarias noches, que no superaban esas frías madrugadas.



Pero continué navegando y miraba al fondo, en un cielo completamente negro, con una luna llena roja allá arriba, colgada en la mitad de todo, con una tremenda luz. Seguí navegando, sin inspiración, con la pluma del relato de mis días. No pensé siquiera en conocer nuevos mundos ni sorprenderme con grandes descubrimientos. Únicamente quería comprobar lo que ya pensaba que había allí adentro. Pero mi dolor fue enorme cuando al llegar al lugar esperado, encontré nada. Vacío.



Como un asiento real sin rey. Un espacio oscuro, en donde antes hubo algo, fue lo que hallé. El sentimiento vacío, el corazón solitario sin destinatario. La necesidad acabada. La intensidad suspendida. Todo, hecho nada. La nada, era todo. Así, un vacío. Así me encontré y eso encontré, y cuando terminé mi travesía y abruptamente lo dejé todo atrás, solo escuchaba a Lavoe “Yo soy el cantante, y he venido …”. Eso era todo en el viaje.



La inspiración ha viajado a algún lugar recóndito del mundo. Se ha perdido. La ilusión está de vacaciones. El sentido, jajaja, el sentido, ¿qué sentido tiene todo esto? La nada, eso es todo en este bote, la nada.