domingo, 5 de octubre de 2008

A veces estoy hablando para mi...

Hoy voy a escribir algo… bonito, quizá hasta meloso o acaramelado; al menos eso parecerá sobre la superficie, pues puede ser que en el fondo haya tristeza o lamentación. No lo haré, afirmo, por alguna razón en especial, ni siquiera por inspiración. Simplemente, quiero escribir y lo haré sin importarme lo que se piense o produzca. Lo haré, simplemente, por escribir y escribir.





(And) honey All the movements you're starting to make
See me crumble and fall on my face
And I know the mistakes that I made
See it all disappear without a trace
And they call as they beckon you on
They said start as you mean to go on Start as you mean to go on
(A rush of blood to the head. Coldplay).




Hablaré por mi, no hay generalización en mis palabras aunque así suene.

Uno a veces quiere tener una imagen distinta de un mundo desagradable. Y así es como uno sigue creyendo en esas miradas sublimes, pensando probablemente que el gran espíritu de la humanidad, el gran sentimiento supuestamente común y exclusivo a los seres humanos, llega a su máximo esplendor cuando dos miradas se encuentran llenas de luz, llenas de ilusión transfigurada en realidad, llenas de la espiritualidad que sobrepasa todo lo material que inunda nuestras zombis vidas.



Poema triste
Estoy harto de mirar a los falsos ojos de las mujeres,
Y contemplar en silencio la tristeza de mi alma,
Porque si fuera un pobre diablo sediento de placeres,
Pedería importancia a quien mi corazón ahora ama.


Aunque injusto suene para mí lo que ahora digo,
Solo siento pesadumbre por lo que mi vida significa,
Ya que cuando el frío de la mañana es lo que respiro,
La tristeza que a mi alma embarga magnifica.


Por eso solo quisiera por un instante cerrar mis ojos,
Y sentir la dulzura de los labios de la inalcanzable diva,
Para de esa manera olvidar el dolor de mis quebrantos,
Y gritar al viento que he encontrado el sentido de la vida.
(No es nada personal ni en especial en contra de nadie, y recalco que no es por generalizar).




Cuando uno camina por la calle, siente la lluvia caer de repente; el cielo hacia el sur, lo notamos despejado, azul, con bellas nubes ligeramente teñidas de rosa, aguardando ansiosas el anochecer, para así dar rienda suelta a su romántica imaginación; dejar de lado las figuras que las inocentes mentes infantiles les atribuyen, y convertirse en las espectadoras privilegiadas de las centellantes estrellas que, de su lado, dan paso a una luna creciente apenas visible.



Y caminar, estábamos en eso, y caminar bajo la lluvia, no muy fuerte todavía, pero nostálgica como un flor marchita. Subir por una calle abandonada, las gotas en las mejillas, se juntan con las lágrimas que salen de los ojos. Un momento sublime, un corazón latiendo vivo, reflejando un sentimiento oculto.




La mente es muy poderosa, es nuestra fortaleza y a la vez nuestra debilidad, como seres humanos. Una ilusión puede destruirnos o reconstruirnos, darle valor a la vida, darle alegría al corazón. Siempre conmueve la película de los dos viejitos, sin haber nada de despectivo en mi expresión, que se han amado profundamente, largamente, fielmente y perpetuamente toda la vida, con la fortaleza de las antiguas pirámides que se mantienen incólumes a pesar de la lluvia, del sol, de los vientos y de los olvidos.





Reivindico el espejismo
De intentar ser uno mismo
Ese viaje hacia la nada
Que consiste en la certeza
De encontrar… en tu mirada
La Belleza
(La Belleza. Luis Eduardo Aute).




¿Habrá verdaderamente aquel complemento espiritual que mucho se representa en películas o libros? ¿A eso que le ponen tantos nombres diversos? Los corazones se suelen endurecer, y no siempre están listos para el momento que, siendo soñadores, debería ser el preciso. Pero quizá ese momento nunca llega, el momento de encontrarse con ese verdadero amor, ese complemento mutuo, esa mirada insospechada e inusitada, que es sincera y profunda, fogosa y espiritual, aire puro y verdad.

Pero el mundo nos da de golpes a diario, a cada momento. Llorar y sentarse a pensar, no por mucho, porque el tiempo nos carcome a cada segundo. Y mirar, mirar hacia lo que esperamos de nuestras vidas, sentir el temor de que no podemos ser lo que quisiéramos ser; o la decepción de quedarse sin héroes, sin la luz al final, sin algo o alguien en que o quien creer. Solo nos tenemos a nosotros mismos, estamos solos y abandonados. En los momentos de las decisiones más duras, en los momentos de las cuestas más duras, solo estamos nosotros solos, porque quienes nos apoyan también libran sus propias batallas, y en el fondo de nuestras almas lo definitivo queda en nuestra última decisión.



Pero cuando uno despierta de una pesadilla, de la muerte hecha realidad en los pensamientos, tener una mano nivea y sincera con la de uno, sintiendo el espíritu materializado a través de un sentimiento sublime; quizá la cuesta se hace más sencilla, o quizá la cuesta se disfruta, y se desea que nunca acabe, porque mientras esa mirada indescriptible permanezca inmutable y perpetua, nada importa y todo lo palpable deja de tener sentido.

Con dolor, en verdad hoy tenemos que decir que,
"para no morir de hambre corremos el riesgo de morirnos de aburrimiento”





El sol seguirá saliendo, y algunas flores lo buscarán con ahínco, con deseo, con ilusión y con amor. Y lo esperarán todos los días, sin falta, con fidelidad. Y ojala no las sigan cortando, ojala no las sigamos cortando, ni pisando. Y ojala, las podamos seguir sembrando. Y ojala…

Dame un instante
Cantar al viento, no será suficiente,
si tus latidos no sienten a los míos.
Sentir la brisa, que dejas a tus pasos
ya no me basta si no tengo tu vida.

Si no me sientes, si aun no me encuentras
tendré que pedirle a mi corazón un trato
Que no me cante cuando me mires,
que no me haga estremecer cuando te acercas.

Dame un momento a solas con tus ojos.
Dame un instante, y lo haré suficiente.
Dame la noche, para ver las estrellas,
mientras te alumbren te cantaré al oído...

Si no me sientes, si aun no me encuentras
tendré que pedirle a mi corazón un trato
Que no me cante cuando me mires,
que no me haga estremecer cuando te acercas.

Dame un momento a solas con tus ojos.
Dame un instante, y lo haré suficiente.
Dame la noche, para ver las estrellas,
mientras te alumbren te cantaré al oído...
(Juan Fernando Velasco).
Fin.
BEVM.