domingo, 2 de octubre de 2011

LA ETiERNA

... las llamaradas de desenfrenadas cadenas de flores marchitas se aferran a los desdichados filos de aquellas soledades perpetuas y desencantadas de héroes olvidados y de noches atardecidas acompasadas de febriles mañanas ocultas entre los abismos del opaco ir y venir enterrado junto con las calaveras de aquellas madrugadas arrebatadas propias de los fríos y rojizos otoños perceptibles entre las sábanas cubiertas de escarchas grises que se pierden en el recuerdo insensible de todas las paciencias agotadas ensombrencidas por las ideas inacabadas de los discursos ambiguos y serviles que abandonan a cada paso su propia complacencia erigida sobre el yugo de almas solitarias acosadas por los fantasmas de presentes sin dicha y pasados miserables que aguardan con silencio el retorno de la noche en la cual inmensos dragones de texturas camaleónicas asaltan el vagón de los secretos mas pérfidos y sórdidos que aguardan obsecuentes la tristeza del sonriente al tiempo que se guardan sus mejores jugarretas destinadas a embaucar al destino testigo de las maldades y certidumbres sojuzgadas por planetas arrebatados por soles desengañados y mezquinos regentes de universos inconclusos en donde las galaxias se ven deboradas por profundas y vacías nubes blancas a las que les interesa únicamente regar sus grimas sobre los verdes campos de la amargura y el silencio para no quedar mal con su compromisos insensatos por los cuales las palabras sencillas carecen de utilidad pues acusan la debilidad de los inertes ataviados de escarlatas lentejuelas por donde mirar la permanente permanencia de lo percibido por las erradas percepciones de los seres imaginarios que rodean como cigarras los cantos sirenos de mis latidos al paso de quienes olvidarán que sus girasoles no nacieron en cada costado a su paso sino solamente cuando un duendecillo se asomó por la ventana y pronunció las palabras mágicas que hacen latir el corazon de la adormecida doncella ajena a todas las debilidades de aquel que la mira a traves de sus lágrimas...