miércoles, 7 de enero de 2009

CORAZÓN DELATOR O ESQUIZOFRENIA

Tanto Edgar Allan Poe como Soda hicieron creaciones maestras con ese título (la primera mitad del título, esta claro) ... obviamente, los segundos inspirándose en el primero, pero en dos ámbitos distintos del quehacer humano: el asesinato y el amor... o sea, casi lo mismo.


Ahora si, abramos el telón.



Saludos. Como siempre, desvariaré.

La vida está marcada por épocas y esas épocas están marcadas por diversas cosas, situaciones, acontecimientos, sentimientos, encuentros, memorias, entre otras. Entre esas “cosas” que marcan esas épocas, ocupan lugar preponderante las manifestaciones artísticas -lato sensu- , concretamente la música, la literatura y el cine. Motiva lo que escribo en este post, la recordación de una de las películas que marcó mi niñez; época de imaginaciones, sueños y curiosidad, pero también de desengaños, descubrimientos y conflictos -no me equivoqué, al menos en mi caso; hablo de niñez no de adolescencia-. Es una película -que en realidad son tres- de la que siempre se pueden extraer una serie de mensajes que uno los puede percibir en distintas épocas; por eso, aunque haya marcado mi niñez, cuando la he vuelto a ver a lo largo de mis hasta ahora 23 años, siempre vuelvo a plantearme nuevas incógnitas y sus respectivas dudas, así como a recibir nuevos mensajes. Marcó mi niñez, por el tema central de la trama; pero ahora me referiré a otra cuestión de la que me percaté no hace mucho, y que dependiendo del momento puede despertar(me) carcajadas o lamentos.

Es la segunda de las tres, en que estando en el año 2015 (parece hasta irónico, que ya hoy en día falta tan poco para llegar a esa fecha) un doc Brown con una mirada mezclada de solemne seriedad y fantástica ironía, afirma que destruiría el De Lorean -y las bestiales consecuencias que ello implicaba- y se dedicaría a resolver el “otro” “Gran Misterio del Universo…”; momento en el cual, previo a la sentencia inobjetable del científico, Marty aguarda impacientemente absorto las frases que constituyen la más grande y dura verdad para el género masculino: “…la mujer”.



Aquel que fue capaz de inventar una máquina del tiempo -yo se que estamos en ficción, pero de ficciones se alimenta nuestra realidad y viceversa-, una mente de ese calibre, llega a afirmar con toda autoridad que el “otro” “Gran Misterio del Universo” (en adelante, GMU… jajajaja) es la MUJER; esa frase implica que el “un” GMU es el viaje en el tiempo, o el tiempo; y el “otro”, simplemente “la mujer”.

Gollum le planteaba a Bilbo Bolsón un acertijo que se le hacía francamente indescifrable; luego de que mutuamente hayan acertado a responder los más complicados, que incluso el ávido lector llegaba al estado de la desintegración celular cerebral, uno que se planteaba en palabras tan sencillas, como un “monstruo” indestructible e invencible, que devora todo cuanto está a su paso, tuvo que el de la familia Bolsón acudir a la suerte para atinar a decir “tiempo”. Y así es como el tiempo y todo lo que a él atañe, bien puede considerarse uno de los GMU, o si no el más grande de todos. Quizá quien tuviera la clave de ese misterio, tendría todas las claves.


Pero, ¿Acaso Palpatine no encontró en la mujer el mejor pretexto para convertir a Anakin al lado oscuro? O el médico que se enfrentó, luchó y sobrevivió a la Peste (Camus) ¿no añoraba tanto las fortunas y los placeres como la compañía de la mano tierna de la mujer amada? No fue María de Magdala quien curó las heridas de Jesús, le enseñó aquello que no podía aprender por sí solo, y no lo abandonó nunca más? (Saramago, Evangelio según Jesucristo). Un chiquillo quiso cumplir sus sueños saliendo del pueblo que lo vio nacer y crecer; y cuando volvió al pueblo, al cabo de muchos, muchísimos años, quizá lloró por quien fuera aquella persona que le hizo conocer la magia del cine y le convenció de cumplir sus propósitos, pero sus mayores penas y nostalgias provinieron del entrañable recuerdo de aquel amor adolescente, que parecía iba a durar toda la vida, pero que cesó abruptamente y nunca más regresó… y por ello, lloró (Cinema Paradiso). Pues ahí surge de nuevo la pregunta, ¿cuál es el más grande y complicado GMU? Creo que la mayoría concluiremos con la misma respuesta del doc Brown, pero con la pequeña salvedad de que no lo consideraríamos el “otro” GMU, sino “el” GMU.




Pero, sin embargo, la respuesta es incompleta. Todo siempre depende de la óptica desde la que se mira y de quien lo mira. Un gran castillo con altas torres y puertas de cristal, rodeado por enormes elefantes blancos que vuelan a su alrededor vigilándolo de los dragones azules que lo merodean, puede ser para un adulto, partiendo que lo anterior es una visión de un niño o de una imaginación inspiradora, una simple y pendeja nube. En la observación del GMU, partimos de un instrumento nada objetivo, muy poco metodológico, bastante arbitrario y por completo ajeno a nuestro control volitivo: el amor.

Pues, entonces, tenemos al amor como el lente que distorsiona la realidad y a algo sencillo (bastante discutible, pero algo de dignididad hay que tener jaja), lo puede convertir en un gran GMU; y, en el caso concreto, el gran GMU. El amor establece caminos sinuosos, fronteras inexpugnables, puentes colgantes que penden de un trozo de soga, como ese desde el cual se aprecia el “Pailón del Diablo”, que uno no sabe en que momento se cae mientras se ruega para que la obsoleta cámara instantánea “Polaroid” del fotógrafo del lugar se apresure a sacar el papelito. Un túnel que aparentemente presenta una luz al fondo, pero que en realidad es un fuego dulce, que conforme te aproximas incinera tu alma, pero que por la propia intensidad de su fulgor y cual manifestación del vértigo más incontenible, no puedes dejar de desear y palpar; al final, el resultado siempre es la incineración total, y como la “energía no se destruye, solo se transforma”, puede o bien convertirse en margaritas o girasoles, o bien en cuy, hámster o guigi guigi de estanque de redondel.


Cuando el lente arriba descrito es retirado y se utiliza otro, seguramente ya no habrá GMU que valga la pena, sino, quizá, apenas y de poco en poco, un GM galáctico, terrestre, sudamericano, ecuatoriano, quiteño, y así, hasta llegar a la mísera manzana donde vives o el conjunto residencial y/o/u condominio (no he tenido la experiencia, pero supongo... pero soy buen observador ¡!)

Por ende, el gran misterio del universo no es ni la mujer, ni el amor; la una, porque sin el otro no propicia el interés suficiente como para llamarse misterio, que siempre será una forma de categorizar algo que nos genera inquietud y deseos de conocer; y lo segundo tampoco, pues no es más que un lente, un medio, poderoso no solo y más bien en grado mínimo porque es capaz de distorsionar todo, sino porque puede sacar del espíritu humano sus más bellas manifestaciones. Entonces: A + M, da como resultado, GMU.

Ahora concluiré con una frase de Sábato, en su Sobre Héroes y Tumbas, concretamente en el famoso Informe sobre Ciegos, en donde encontré una posible respuesta a una serie de situaciones que me ocurrían hace un tiempo, ya años, y que me parecía extremadamente sospechosas, pues no podía creer que cosas que quizá deseaba en mi interior -seguramente con tanta fuerza que yo mismo por temor trataba de no darme cuenta- pero que aparentemente negaba desde de mi consciencia, sucedían hasta con exageración. Reza de la siguiente manera:

Y cuando uno se propone enérgica y sistemáticamente un fin que esté dentro de las posibilidades del mundo determinado, cuando se movilizan no sólo las fuerzas conscientes de nuestra personalidad sino las más poderosas de nuestra subconsciencia, se termina por crear un campo de fuerzas telepáticas en torno de uno que impone a otros seres nuestra voluntad, y hasta se producen episodios que en apariencia son casuales pero que en rigor están determinados por esa invisible potencia de nuestro espíritu.


Khaos.

3 comentarios:

Carlos dijo...

Byron, lograste engancharme con tu desvarío, pero el centro de todo, entre el amor o la mujer considero es el amor.

La mujer es finita, impredecible y muchas veces innecesaria. El amor no.

Nombraste 2 películas que ví, 3 libros que he leído y al grupo que adoro, Sodita.

Del resto ni leí, ni vi, pero entendí tu punto.

Gracias por tus palabras en mi blog, realmente me agrada cuando veo que tengo también lectores de mi país que aunque escondidos no son muchos.
Ces't la vie...

Un abrazo.

Ursus Andinus - IronGandho dijo...

Estimado: genial, así de simple....

Yo cito a John Nash de vuelta: "es en las misteriosas ecuaciones del amos que se encuentra la verdadera lógica" (refiriendose a una lógica sentimental).

Esos grandes misterios seguirán siendo misterios para la mente humana, así como la afirmación de Einstein que reza: "Sólo conozco dos constantes no variables en el universo, la velocidad de la luz al vacío y la estupidez humana; y no estoy totalmente seguro de la primera",... no sabremos hasta que punto el tiempo es un misterio, pero la mujer por ser otro ser tan parecido y distinto si lo es...

En todo caso genial estimado, un abrazo

Anakriks dijo...

wow...me gustó mucho el texto...desde la óptica femenina creo q vemos a los hombres igual de distintos e ininteligibles...
definitivamente mas allá de similitudes y diferencias, el amor por el otro, o los otros (creo q hay varias clases de amor) te lleva a ir más allá cada vez.

"we are one, but we are not the same" humanos, hombres y mujeres...me dejas pensando.