lunes, 15 de marzo de 2010

LUNA MENGUANTE

Cuna eterna de silencios infinitos, oscura morada de estrellas olvidadas, y altiva señora de los grises desencuentros; así te observó, hoy, luna menguante, lejana entre los entretelones de una constelación ambigua, repleta de noches y madrugadas a la intemperie, absurda de razones e impertinente de melancolías. Asaltas mi ventana como atrevida intrusa, aunque desengañado siempre me hallas, pues quizá en el fondo de mi alma, deseo intensamente tu presencia en mi posada. Ya no te veo en la temprana amargura, ahora que en mis ilusiones vagamente tu deambulas, sin oprobio ni recato, esperando ansiosa la llegada de la niebla.

En la eterna permanencia de tu luz, apenas diminuta si tus ojos me confiesan las certezas del olvido. No espero encontrar una respuesta; no espero encontrar esa respuesta anhelada en tu mirada. Simplemente me resguardo en el extraño resquicio de la aurora que te espanta. Es posible que jamás te vuelva a ver, pues en este instante planeo mi partida, perpetua despedida de mis labios derrotados. Pero aunque no te vuelva a presentir cercana a mí, ni tú me encuentres buscándote en mis sueños, el olvido hará su parte y en mi juego de escondite, al final de la ventana me asomaré a tu alegoría.


Imagen tomada de:
http://www.consumer.es/fotografias/uploaded/medio-ambiente/2007/05/17/0931708001179429192.jpg. Acceso: hoy.

1 comentario:

Maria Ednar Andrade dijo...

La luna, del lado luminoso y oscuro ... precioso poema.