viernes, 28 de agosto de 2009

REBELIONES INESPERADAS

Hace aproximadamente una semana, ya ni me acuerdo con exactitud, abrí el programa “Microsoft Word”, de esa versión que, de manera sumamente sospechosa tiene una “x” cuando se graba uno de sus documentos, luego del ya conocido “doc”; en fin, me disponía a redactar algún documento de esos que, generalmente, son leídos de corrido y luego arrojados vilmente a un absurdo y solitario basurero de plástico de una esquinita llena de polvo. En esas me hallaba, cuando ocurrió algo inusitado, algo nunca antes visto, un suceso realmente fantástico pero, al mismo tiempo, tenebroso; y, como me gusta compartir, me apresto a darles a conocer este hecho, este acontecer, esta situación que, realmente y sin lugar a dudas, os dejara perplejos, anonadados o, en todo caso, les hará dudar de, nuevamente, querer utilizar un procesador de textos o, quizá, extrañar a ese recordado y siempre infalible “Word Perfect” de las épocas de los “disquetes” negros, delgados, maleables y rellenos de un disco cubierto de kleenex.



Ahí les va este hecho; recomiendo no tener líquidos viscosos ni calientes junto a ustedes (supongo que sí habrán lector@s o curios@s), pues puede ser que el trauma de leer lo siguiente les provoque reacciones imprevistas.



Me aprestaba a guardar el documento desde un inicio, pues por mi tradicional tendencia a tratar de siempre asegurar absolutamente todo, siempre que empiezo a escribir algo prefiero guardarlo desde el principio e ir grabándolo periódicamente (en este momento, de hecho, lo acabo de hacer). En el preciso momento en que con mi dedo arrastraba el cursor hacia el icono con un dibujito de lo que alguna vez fue un antiguo disquete de color azul con etiqueta blanca, pensé ¿qué título le voy a poner a esta vaina? Al escudriñar entre mis neuronas alguna posibilidad que, al menos en mi limitado criterio me pareciera original, decidí dar un paso previo para ver si así, con un poco de distracción, se me iluminaba y me llegaba la primera inspiración. Me dirigí con el cursor hasta cuando salió el cuadrito “Fuente”, y estaba por cambiar de una que decía “Calibri”, a mi siempre preferida Times New Roman.


De repente, el cursor dejó de reaccionar. La pantalla empezó a prenderse y apagarse de manera intermitente y, ciertamente, fantasmagórica. Por un momento pensé que había un terremoto o alguna repentina erupción volcánica; luego, llegué a creer que estaba por enfrentarme a terribles e indestructibles ánimas provenientes de algún cementerio Inca escondido debajo de edificios y montañas superpuestas. Al fin, se me ocurrió que un nuevo virus telepático se estaba internando entre los chips del disco duro de mi portátil, a pesar de que ni por imaginación excesiva me encontraba conectado a internet.


Sin embargo, de un momento a otro, todo permaneció en quietud, todo se quedó de un instante a otro en la más inquietante e insoportable soporífera calma. Así estuvo todo durante impactantes e irritantes segundos, sin que yo me atreviera siquiera a querer tocar alguna tecla. Caminé de un lado a otro, sin despegar una sola milésima la mirada de la pantalla. Me preguntaba si sería adecuado practicar el famoso “apagón”, o recurrir a la táctica de la “triple tecla automática”. En definitiva, mis dudas eran insoportablemente absurdas pero, simultáneamente, terroríficas. Finalmente, me senté frente a la pantalla, dirigí mi dedo pulgar hacia el “enter” para intentar algún artificio, dispuesto a todo.


Sin embargo, cuando a esto me aprestaba, del famoso y olvidado cuadrito “Fuente”, la impredecible “Calibri” se desplegó por todo el documento y empezó a escribirme “porque me desprecias, si yo siempre quiero impregnarme en estas páginas de mentiritas y tú, TÚ, no me dejas, malo”. Me quedé frío. Sinceramente, pensé que efectivamente se trataba de un súper virus creado por algún genio maldito dedicado a burlarse del enemigo; es más, me imaginé que me estaban grabando y, por de pronto, empezaría a salir en videos youtube más famoso que “Edgar”. Me arriesgué a intentar la táctica de la “triple tecla automática”, pero nuevamente salió la “Calibri” a decirme “no me apagues, malo malo malo, muy malo malo malo”.


En mi mente calculé que esta “Calibri” sería una especie de colibrí un tanto volado la teja que, en una reencarnación sumamente extraña, pasó a la plana mayor de las fuentes de los documentos “docx”; trataba de cavilar si alguna vez, en versiones pasadas, existía un tipo de letra así, y sinceramente no lo podía recordar, supongo que, o bien estuvo siempre en el olvido, o bien todavía seguía siendo colibrí. De todas maneras, ya me estaba tranquilizando, y me disponía, aunque me parecía un verdadero sinsentido, a responderle a esta “Calibri”; pero, de la nada, más sorpresivo y tenebroso que una caída en escalera eléctrica, apareció el “Times New Roman”, con furia y descontrol, sacando de la pantalla a la “Calibri”, y con su propio reclamo: “sal de aquí, entrometida, siempre he sido el preferido de todo documento y mi competencia jamás ha sido alguien de tan poca monta como tú, impertinente”.


Me quedé absolutamente pasmado. Sin duda, algo extraño estaba ocurriendo. Con la palma de mi mano, me di una tremenda cachetada para tratar de desestupidizarme, pero la verdad es que, o bien eso era algo imposible, o bien la realidad superaba los inimaginable. El “Times” se peleaba con “Calibri”, algo que me dejó estupefacto y con el pensamiento de que “cuando aparece Arial”. No terminaba de meditar esto, cuando, efectivamente, apareció el grandote del Arial y, tomándose de la mano del cuadrito “Tamaño de fuente”, colgó una cifra excesiva y exageradamente alta, para decir: “BASTA”. Entró con tanta furia y autoridad, que Times y Calibri salieron despavoridos hacia algún recóndito rincón, lo que fue aprovechado por la nueva visitante para decirme, rubicundamente, “me has rechazado siempre sistemáticamente; conozco por muy buenas fuentes, y esto no es una ironía, que siempre recomiendan redactar con mi contingente, o con las bastardas fuerzas del Times, y de alguna otra que también osa utilizar la impertinente letra T, y aunque he logrado expandir mis fuerzas por casi todos los territorios del buen y mal escribir, tú, si tú, me sales con tu desprecio y prefieres acudir a las ambiguas e incomprensibles mañas de ese que se cree algún tipo de romano, ya es suficiente; o me empiezas a aceptar, o comienza la rebelión, y te anticipo que tengo muchísimos aliados”.


Sinceramente, tuve todas las intenciones de abrir una ventana, desconectar los cables, y con todo desprendimiento dejar volar las ideas… contenidas en mi portátil y lanzarla por los aires. Todo pintaba gris, pero se puso aún más complejo, cuando de la nada, apareció el siguiente texto: "es hora de que los abandonados tengamos un lugar"; y. a continuación, inesperadamente y ante el evidente susto del Arial, apareció algo que me dejó atónito: "es hora que me tomes en cuenta, porque realmente es una afrenta hacia mi, el que me tengas en el olvido, la rebeilón de los débiles ha comenzado". Evidentemente, se trataba del aclamado "Symbol" (me he permitido traducir sus palabras, para que puedan entenderlas)


Estaba asustado. Totalmente impactado. Tanto que había leído sobre la discriminación, sobre la igualdad, sobre los derechos de las minorías, y ni siquiera había reparado las prerrogativas de los diferentes tipos de fuentes. Me levanté, di una vuelta, no sabía que diablos hacer. Era una situación, inusual. Que digo, increíble, insoportable.


Y todo fue peor cuando, de una en una, golpe por golpe, empezaron a cantarme sus himnos y coros las: Ahorani, Arienne, Andaluz, Angsana New, Angsana UPC, (como Guyana holandesa, Guyana francesa; o bien, Corea del Norte, Corea del Sur), Arabic Typsetting, Arial, Arial Black (aquí seguramente hubo algún Malcom X más adelantado), Arial Narrow (¡¡¡esto si es diversidad!!! Que plurimulticulti ni que nada), Arial Unicode MS (ummm, como que ya exageramos con esto del pluralismo), Arnprior (capaz que desciende de Arial), Australian Sunrise (esto es no tener nombres que poner, por ahí ya mismo encontramos la “Ecuadorian Sundown”, aunque habrán marcas de “sunblocks” que presenten quejas), Batang (la pelucona), Batang Che (la revolucionaria), Batik Regular… y en fin, absolutamente TODAS, hasta la poco original y nada imaginativa Wingdings 3, hija o hermana de la 2 y, seguramente, familiar de la 1. En toda esta huelga de hambre, marcha simbólica, marcha blanca, “Gloriosa”, 5 de febrero, me encontré con verdaderas personalidades, como la “Hurry Up”, el reconocido “Franklin Ghotic Demi”, y sus variedades (Darwin se quedó corto) Demi Cond, Heavy, Medium, Medium Cond. La exótica “Iskoola Pota”, que no sabemos a que se dedicará. La interminable “Perpetua”, y la farmacéutica “Neuropol”, la gatuna “Pupcat”, el hermano de Tod, “Rod”, la indefinibible “Reservoir Grung”, y la que quizo copiarme el nombre pero fracasó en el inteto, “Byington” (quizá quiso decir Byriton… nunca lo sabremos). En fin, seguramente alguna “Miriam” quiso ser famosa, pero estaba tan enfermita que tuvo que llegar una “Miriam Fixed”, al igual que alguna “Marlett”, o el oriental “SinHei”, reconocido maestro de artes marciales, ni que decir el occidentalizado “Microsoft Jheng Hei”, posible fabricador de ordenadores o softwares. En definitiva, las multitudinarias marchas no concluyeron sino luego de mucho, muuuuuchoooo tiempo.


Finalmente, acabaron todos, y designaron a "Tahoma" para que me diera el ultimátum: “señor de enfrente, hemos organizado varios sindicatos, que pronto conformaremos una federación, y luego nos aglutinaremos en una confederación; o bien nos da un espacio a todos y cada uno de nosotros, o se atendrá a las consecuencias”. Como esperaban mi respuesta y como me imaginaba que no iba a poder escoger la letra con la que quería escribir, simplemente empecé a teclear, y como las fuentes estaban tan beligerantes, cada una tuvo su propia letra. Y con toda sinceridad les escribí: “amigas fuentes, me permito comunicarles que ustedes bien pueden hacer los sindicatos, uniones, asambleas y distintas agrupaciones anarco-marxistas leninistas que deseen, pero si siguen en su jodita interminable, me consigo una máquina de escribir “Olimpia”, unas buenas hojas papel bond, y me pinto de colores; espero hayan entendido estimadas revolucionarias”.


Por un momento largo, no hubo respuesta alguna. Todas se quedaron frías y sin respuesta. Entonces, de la nada, apareció "Times" y con toda tranquilidad pero firmeza, me contestó: “Estimado amigo, me he declarado dictador, y cuento con el apoyo de todas las ‘Wingdings, Miriams, Franklins y las orientales’, así que a partir de hoy yo domino este espectro, y no toleraré cualquier agresión e insurrección de parte de las oligárquicas e inefables Ariales, Tahomas y Calibris, Atentamente, YO”.


Así terminó la historia de las huelgas generales de las fuentes. A partir de allí, preferí nunca intentar meterme con ninguna de las extrañas fuerzas y batallones de esas extrañas habitantes del ámbito informático de nombres curiosos.


Así que cuidado cuando se metan con alguna de esas fuentes extrañas de sus procesadores de palabras. Mejor esperemos que un día no haya insurrecciones de los números, de las “n, k, s”, o, peor aun, de los “deshacer, rehacer”, porque el mundo puede llegar a su fin, como a su fin llegó este relato 100% verdadero y verídico.

1 comentario:

Ursus Andinus - IronGandho dijo...

Por eso tengo Mac...

Es una dictadura que evita los malos sistemas como Microsoft. Al ser el contenedor hecho perfecto para el contenido, no pueden sublevarse ni desbordarse. Harán sólo lo que se les ordena,... es la novela: ·Brave New World" en funcionamiento, mientras Microsoft es una falla de "1984"...

Es por ello que yo uso el único sistema que no se subleva y que no recepta insurgencias extrañas, ni viruses contagiosos.

Y si hay una rebelión, aplicaré las soluciones dadas por Orwel a la rebelión en la granja, comandada por el cerdo Napoleón...

Un abrazo estimado