domingo, 6 de marzo de 2011

DECONSTRUIRSE

Aquella noche su corazón le advirtió, su cerebro se lo ilustró y su estómago se lo hizo sentir. Pero fue un aviso que apenas si lo pudo percibir; duró unos pocos instantes, prácticamente unas cuantas décimas de segundo. Sin embargo, fue una advertencia que sí estuvo presente, pero la ignoró. Y la desatendió, no por soberbia o descuido; ni siquiera por pereza o desinterés. Solamente le dejó de prestar atención, la dejó ahí como una breve gota de agua que cae sobre una sartén caliente, porque su curiosidad lo retó a tomar una decisión inconveniente.

Pero a pesar de esa equivocación inicial, a pesar de esa falta de cuidado indispensable para no caer en el temible desasosiego espiritual de tiempo atrás, tuvo otra oportunidad. Como a pocos le suceden en sus vidas, poco tiempo después pudo darse cuenta que estaba cayendo en una situación errónea dentro del camino de su vida, una sensación de desestabilidad fue muestra más que suficiente. Debió haberse adentrado más en sí mismo, identificado su verdadera situación y haber tomado las decisiones adecuadas.

El tiempo habría de pasar y las circunstancias lo llevarían a descubrir que cuando su propia voluntad no es capaz de cambiar un rumbo equivocado, su inconsciente se asocia con su destino para tomar las riendas e influir de modo directo, aparentemente sin motivo razonable pero en verdad con una enorme dosis de coherencia consigo mismo, en la posiblemente dura decisión de tomar el camino correcto y apartarse de los pantanos y las arenas movedizas que obstaculizaban la consecución de sus sueños.

El camino de la vida: una permanente lucha por adelante seguir, quizás con la necesidad de destruirse, para a la vuelta de la esquina a constuirse volver.

1 comentario:

nohelia dijo...

creciste no??? tanto tiempo no hubiera servido de nada, si no pasaba esto......el tiempo va de tu lado... suerte!